La economía de China ha pasado de ser un gigante agrícola a un gigante industrial y tecnológico en apenas tres décadas. Y pese a que las previsiones de crecimiento para los próximos años no son tan espectaculares como antaño, la economía de China promete seguir imponiendo su ley en los mercados internacionales.
Es la segunda mayor economía del mundo, solo por detrás de EEUU. Según diferentes previsiones y estudios, será la primera en tan solo unos años. No es de extrañar, analizando su imparable ascenso y las cifras macroeconómicas que presenta, en continuo ascenso desde los años 80. Nadie duda que el gigante asiático dominará la economía mundial en los próximos años. Ya en la actualidad, la economía de China ejerce un papel predominante en la mayoría de sectores económicos y empresariales del planeta.
Es el país de más rápido crecimiento económico en el mundo desde la década de 1980, con un promedio de crecimiento anual del 10% en los últimos treinta años y su PIB es inalcanzable para ninguna otra economía mundial con casi 9,2 billones de euros. La economía de China ha sorteado el temporal de la crisis económica mundial aumentando su PIB en 2014 en un impresionante 7,4%. Eso sí el crecimiento de la economía de China ha sido el más bajo en 24 años, desde que en 1990 la revuelta de Tiananmén y su represión frenaron de forma drástica el crecimiento de la segunda economía mundial. No obstante, cifras positivas y un dato más que envidiable para cualquier economía -desarrollada o no- del mundo que, sin duda, se han conseguido gracias a una fuerza laboral de 797 millones de personas y un desempleo que solo afecta al 6% en un país de 1.344.130.050 de personas.
Para entender el secreto de la economía de China hay que tener en cuenta
Algunos datos de su economía:
–exporta productos por un valor de 1,8 mil millones de dólares y
-es líder mundial en una gran cantidad de sectores,
Los sectores principales de la economía de China son:
-minería
y procesamiento de minerales, hierro, acero, aluminio, y otros metales, carbón;
-construcción de máquinas y
armamentos;
-textiles y ropas; petróleo;
-cemento;
-productos químicos;
fertilizantes;
-bienes de consumo, incluyendo
calzado, juguetes, y electrónica;
-procesamiento de alimentos;
-equipamiento
de comunicaciones, incluyendo automóviles, trenes, locomotoras, barcos, y
aeronaves;
-equipamiento de
telecomunicaciones,
-vehículos comerciales de
lanzamiento espacial, y satélites.
Algo a lo que, en la actualidad,
ningún país en el mundo puede hacer frente.
Envidiables previsiones a la baja de la caonomía de China
Según
un reciente estudio realizado por el Fondo Monetario Internacional (FMI), al
economía de China está a punto de dejar
para siempre los crecimientos superiores al 7%, ya que el PIB se expandirá menos,
pese a seguir siendo muy potente de cara al año próximo y en 2020. Qué significa
romper la barrera del 7%? Este escenario tiene un significado simbólico pero no
parece que vaya a quebrar el modelo chino, en el que el Gobierno ofrece un
crecimiento económico a cambio de la llamada paz social. Con este estudio, el
FMI ha avalado la caída del ritmo de expansión de la economía de China, que se
debe a que Pekín está cambiando su modelo productivo para que el motor de la
economía sea el consumo interno y no las exportaciones, a la vez que está
frenando la expansión del crédito que amenazaba con recalentar la economía.
Y es que, muchas cosas han cambiado en China en las últimas décadas. Antes de los planes de industrialización de principios de los años 50, en 1949 por ejemplo, el país era eminentemente rural con un desarrollo industrial muy deficiente y una agricultura intensiva, muy bajas inversiones, no había una política hidráulica lo que provocaba grandes fluctuaciones entre los años secos y lluviosos y por tanto grandes desequilibrios en los mercados y, todo ello, acentuado por una mala red de transportes. Según estimaciones de las ONU, en 1947 la renta per cápita china era de 40 dólares al año, la mitad de la renta India y muy por debajo del promedio mundial, en torno a los 250 dólares. Hoy, es la segunda potencia económica del mundo, pese a las previsiones a la baja de su economía. ¿Cuál ha sido y es el secreto de su éxito?
La clave:
los años 90 en la economía de China
La industrialización del país, basándose en el modelo soviético, empezó en los años 50 pero no fue hasta los años 70 cuando una serie de medidas por parte del gobierno empezaron a calar en la economía del país. Medidas basadas en la liberalización económica y la extensión de la propiedad privada en detrimento de la pública Y es que pese a lo que se pueda pensar la revolución tecnológica no ha sido el detonante para que el gigante asiático tenga un papel más que destacado en la economía del mundo. La explosión de la económica de China ha estado impulsada por la inversión de capital no TIC y la productividad, verdaderos secretos del explican casi el 90% del crecimiento actual del país y con los que ha logrado desbancar a Japón como la economía más importante de Asia y arrebatarle también el puesto número dos en el ranking mundial.
Según un estudio realizado por la Fundación BBVA y el Ivie titulado «Las fuentes del crecimiento económico en Asia» y que detalla la trayectoria de crecimiento económico de los países asiáticos desde 1960, coloca a las reformas establecidas en los años 70 pro mercado tras la muerte de Mao como el despegue total de la economía de este país. En 1978, se desarrolló la descolectivización de la tierra y la implantación del sistema de responsabilidad familiar. Esto permitía retener beneficios, junto al apoyo público destinado a extender las tecnologías en este sector. O lo que es lo mismo, la producción estaba sometida a cuotas y precios fijos controlados por el Estado y el resto se regía por el mercado. La consecuencia fue la mejora de la productividad agrícola.
Las medidas de liberalización fueron ampliándose poco a poco. Ya a finales de los 80 y principios de los 90, el lanzamiento de la Estrategia de Desarrollo Costero favoreció la creación de núcleos industriales exportadores. Esto favoreció a los inversores extranjeros con el fin de facilitar la transferencia tecnológica, una técnica que terminó extendiéndose a otras regiones del país y que supuso un efecto acelerador de la economía de China. La apertura de la Bolsa de Shanghái fue otro hito precedente a un periodo clave para China: una intensa reestructuración y privatización de las empresas estatales que empezaron a aupar al país a las primeras posiciones mundiales y logrando que entre 1990 y 1997 China creciera un 10% de media anual.
Con la llegada del 2000, la inversión de capital y la mejora de la productividad, hasta un 4,1% anual, continuaron marcando el imparable ascenso de China. Una mejoría en la eficiencia con la que China utilizó de forma brillante los recursos de su economía. Si en 1980, la agricultura representaba el 36,2% de su producción total, según datos publicados por la Asia Productivity Organization, en 2007, apenas representaba el 10% y la industria ya copaba el 49,2% del mismo. Ahora solo queda esperar cómo continúa esta historia de fulgurante crecimiento en medio de un panorama económico mundial tan vibrante como indeciso.
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